La alimentación y las bebidas desde una perspectiva de sostenibilidad implican adoptar prácticas que promuevan la salud del planeta y de las personas. Esto significa valorar la producción local de alimentos, preferir ingredientes orgánicos y de temporada, y reducir el desperdicio alimentario. Además, se busca minimizar el uso de envases desechables y optar por opciones reutilizables o biodegradables. Desde la producción hasta el consumo, cada paso en la cadena alimentaria se considera cuidadosamente para reducir la huella ecológica y promover un sistema alimentario más equitativo y resiliente para las generaciones futuras.