Somos una confitería familiar con más de dos siglos de historia en el corazón de Almazán (Soria), justo al lado de la Puerta de la Villa, uno de los rincones más emblemáticos de la localidad. Desde 1820 elaboramos dulces tradicionales de forma artesanal, fieles al legado de quienes nos precedieron.

Nuestra historia comienza con Salvador Canuto González de Villaumbrosia, quien abrió la primera confitería en este mismo lugar. Desde entonces, varias generaciones de mujeres y hombres de la familia han mantenido viva la tradición: Gabina, Laura, Bienvenido, Carmen, Simón, Ángel… hasta llegar a mí, Mª Celina Almarza Cid, orgullosa heredera de esta larga saga pastelera.

Aquí seguimos haciendo las cosas con mimo y sin prisas, seleccionando las materias primas con esmero y elaborando nuestros productos como se ha hecho siempre: con recetas que han pasado de generación en generación, adaptándonos con respeto pero sin perder la esencia. Yemas, paciencias y otros dulces tradicionales son el alma de nuestra casa.

Nuestro obrador está integrado en un edificio que fue parcialmente destruido en la Guerra de la Independencia, reconstruido después y lleno de huellas históricas: vigas quemadas, ladrillos calcinados, restos de ceniza que aún afloran en las reformas. Cada dulce que elaboramos lleva consigo esa memoria, ese vínculo con la tierra, la familia y la historia viva de Almazán.

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