Somos una familia apicultora desde hace más de 30 años. Lo que empezó como una afición se convirtió en un proyecto vital: hoy cuidamos a nuestras abejas con un manejo respetuoso, siguiendo los ritmos de la naturaleza y apostando por la biodinámica como forma de vida.
Nuestra miel se extrae de forma manual y artesanal, seleccionando con mimo las floraciones para obtener mieles monoflorales como romero o tomillo. Cada bote es el resultado de un proceso honesto: sin prisas, sin aditivos, sin alterar lo que la colmena nos regala.
Realizamos el envasado a mano, con materiales sostenibles y sin plásticos, porque creemos en una apicultura coherente de principio a fin. Apostamos por el km 0 y la venta directa en tiendas pequeñas del territorio, porque así reducimos emisiones y fortalecemos la economía local.
Hoy el relevo lo lleva Ángela, con el mismo compromiso con la calidad y la sostenibilidad que iniciaron sus padres, Carlos y Charo. Seguimos creyendo que otro modo de producir es posible: más lento, más justo y más conectado con la tierra y con las abejas.
Gracias por querer formar parte de este pequeño gran ecosistema.
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